Querido Caballero:
Luego de ser leída esta pequeña e insignificante carta, hazme el favor de borrar esta prueba de mi enfermizo y loco amor. No quiero ser juzgada por ser una rosa, que de tanto esperar un insecto, se marchito.
Desolada te espere por años, en aquella habitación en donde reinaba la lujuria de nuestro amor, que era capaz de renacer en cada noche, en cada tarde, e incluso, en cada mañana.
Mi cuerpo se deshojo esperando la ayuda de aquellas caricias que solo tus manos podían entregarle para rearmarlo cuantas veces fuera necesario. Mis ojos, desorientados, miraban esperanzadamente las calles de un solitario barrio, que sin colores se mostraba ante la mirada de mis pupilas apagadas.
Al principio no sabia el por qué soportaba los días en tu ausencia, pero ahora, que este dolor irreparable se impregno en cada rincón de mi cuerpo, alma, mente y corazón sé que, por la razón que he vivido durante treinta años ha sido únicamente porque quería demostraste, con estos hechos, que este amor, hasta el día de hoy, fue indestructible. Sé también, que difícilmente te acordaras de esta pequeña e insignificante mujer, que solo marco una corta época en tu vida.
Simplemente escribí esto para que sepas, algún día, que después de tu misteriosa huida me autodestruí con el propósito de matar este amor que no debería de haber nacido nunca. Pero, así de injusta fue mi vida, y no me quedo más remedio que exterminarla.
Espero, con una inmensa angustia, que dejando esta carta debajo de "nuestra" almohada leas mis ultimas palabras. Pero claro, no creo que sea posible: ¿Aparecerías en esta habitación después de treinta años sin acordarte de ella? "...Que triste es morir aun con esperanzas, deseando que leas esta carta completamente llena, y a la vez, infinitamente vacía..."
=27 de Agosto de 1893=
.Escrito de Vane.
